...y atrapamos las perlas rosadas que caían del cielo y las guardamos en redes de oro. Las hadas se bañaban bajo el rocío y las estrellas iluminaban tus ojos.
Nos recostamos en el cesped y tarareamos entre risas la misma melodía una y otra vez hasta quedarnos dormidos.
Al amanecer, las perlas habían florecido en ramilletes tornasolados y las hadas volvieron a reir.
lunes, agosto 21, 2006
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