domingo, julio 15, 2007

Dulce invierno

A mitad de año, en viejas eras, solía embargarme una poderosa depresión; la vida dejaba de tener sentido, rompía lazos amorosos, descuidaba el estudio, engordaba, ponía el mayor empeño, con la poquita energía que tenía en esta epoca, en destruirme y hacerme daño, para tocar fondo lo antes posible.
Pero ya va 3 años que mas o menos vengo safando; el primero porque estaba panzona, el segundo porque cumplia mi primer año de madre y este último llegando a los terribles dos años de Dante y al final de mis estudios.
Estoy tomando aire, buscando una buena rampa para lanzarme hasta este filoso final de etapa, para conservarme entera y funcional para la próxima.
No quiero preocuparme, no quiero ilusionarme, no quiero deprimirme.
Me queda muy poca carga en mis baterías, asi que no me queda más que economizar al máximo y esforzarme por mantener el control y no estallar... cuando me siento demasiado agobiada, resisto a la tentación mirando al futuro que estoy fojando en mi mente... sin apretujarlo demasiado para que no se me vaya, pero prestándole suficiente atención para que no se sienta despreciado.

Es duro, como cuando en medio de una batalla la unica orden recibida es "descancen y esperen"

¿Cómo descanzar y esperar a un futuro del que parece querer resistirse a nuestro control?

1 comentario:

ÓL dijo...

Bueh, aquello de "la fortaleza del guerrero es no pelear". El arte más difícil: el de saber esperar, hibernar, juntar fuerzas. No es menor que la lucha, pero duele más...